English
|
¿Qué es el Neem?
El árbol Neem, también llamado nim o Margosa,
pertenece, como la caoba, a la familia de las meliáceas. El nombre
latino de Neem - Azadirachta índica - deriva del persa, que
significa literalmente: "El Árbol Libre de la India".
En la India, el árbol es conocido como la
"farmacia o botica del pueblo", "margosa", "cinamomo", "árbol
milagroso" y "panacea para todas las enfermedades". Los productos
hechos de neem han probado tener propiedades médicas; tales como:
antihelmíntico, fungicida, antidiabético, antibacterial,
anticonceptivo, y sedativo, entre otras. Los productos derivados del
neem son considerados como los componentes más importantes de la
medicina ayurvédica, y se prescriben especialmente para enfermedades
de la piel.
El Comité Nacional de Investigación (Washington,
USA) ha publicado un informe con el título de: "Neem: Un árbol
para resolver problemas globales" (ver el
vídeo). Dicho informe considera que el Neem es "la más
prometedora de todas las especies vegetales por el hecho de que
puede beneficiar a todos los habitantes de este planeta.
Probablemente, ninguna otra especie vegetal ofrece tal variedad de
productos y subproductos útiles y explotables".
Historia del Neem
El Neem, una de las plantas medicinales más
antiguas y usadas en el mundo, empleada como uno de los ingredientes
más importantes en las preparaciones ayurvédicas, se lo ha querido y
respetado en la India desde hace más de 4.000 años.
Hoy en día, Ayurveda es reconocida mundialmente por la Organización
Mundial de la Salud (OMS), por la Organización Europea de Medicinas
Complementarias (EHPA), por el Centro de Medicinas Alternativas y
Complementarias de EEUU (NCCAM) y por todos los gobiernos del mundo
como la primera medicina alternativa del mundo por su valor
terapéutico y por ser la promotora de la salud interna y la belleza
externa de todo ser humano.
La primera evidencia de la seguridad del Neem, es
su extenso uso en la India, por lo menos en los últimos cuatro mil
años, por seres humanos y animales. Las hojas son comidas por los
animales como forraje, mientras que la fruta es engullida por aves y
humanos (Ketkar,1976). Las semillas, frutas y hojas son utilizadas
ocasionalmente como un condimento amargo en algunas de las comidas
picantes de la India. Mahatma Gandhi comía regularmente chutney con
hojas de Neem para la salud general (TGSP). Después de las comidas
mucha gente come una o dos semillas de frutas de Neem para ayudar a
la digestión y matar las bacterias de la boca.
Los productos de Neem han tocado la vida diaria
de casi todos los Hindúes desde periodos históricos hasta nuestros
días. Las hojas de Neem son añadidas a granos y alubias para
ahuyentar a los insectos que los devoran durante su almacenaje.
Mientras que los países occidentales utilizan pesticidas sintéticos
para proteger cosechas almacenadas.
En la India, el aceite de Neem ha sido utilizado
para curar enfermedades y fortalecer el organismo, de manera similar
a como el aceite de ricino fue utilizado por las madres europeas y
americanas. Se daba una cucharadita a los niños para casi cualquier
complemento. (El Neem sabe mucho peor que el aceite de ricino, así
que los niños en la India tienen que estar realmente enfermos antes
de ingerirlo). A pesar de que los estudios actuales muestran que
ésta no sería una práctica segura para los infantes, el aceite de
Neem sigue dándose rutinariamente por las madres para combatir
enfermedades.
Un baño caliente con hojas de Neem es una
práctica habitual en la India. Cuando existan condiciones en la
piel, desde reacciones alérgicas hasta severas enfermedades de la
piel, un baño con Neem es una práctica general. No han existido
informes de problemas aplicando hojas o aceite de Neem en la piel.
De hecho, cuando es aplicado parece que cura cualquier problema que
ésta pueda padecer. La seguridad del Neem aplicado sobre la piel no
deja lugar a ninguna duda, para cualquier alergia o enfermedad
dermatológica, el Neem es considerado una cura eficiente.
Fuente:
John Conrick. "Neem: The Ultimate Herb".
Neem, el árbol del siglo XXI
La azadirachta índica, más conocida como margosa
o árbol del nim, por sus propiedades intrínsecas, es sin duda un
tesoro biológico, constituye en sí mismo una auténtica y
completísima farmacia. Posee alcaloides como la margosina y otras
sustancias activas capaces de combatir eficazmente más de 60
enfermedades y dolencias comunes, tales como la tuberculosis, el
sarampión, la lepra, la malaria, la diabetes, la bronquitis, los
parásitos intestinales, la hipertensión, la artritis, la piorrea, la
sinusitis, la sífilis, las hemorroides, la psoriasis, la tiña,
úlceras, tumores y un larguísimo etcétera. Difícilmente
encontraremos otro recurso vegetal tan completo y versátil, con
tantas aplicaciones terapéuticas.
El neem ha sido declarado por las Naciones Unidas como “el
árbol del siglo XXI”. Y es que, como dijera un investigador
de la Academia Americana de la Ciencia, “si hubiera que salvar
una única planta de una hipotética catástrofe mundial, no habría
ninguna duda sobre la elección: el árbol del neem”.
Entre los amantes del neem se encuentran personajes notables, como
Mahatma Gandhi, que regularmente usaba una salsa picante con hojas
de neem para condimentar sus comidas. O, más recientemente, la
ecologista y Premio Nóbel Alternativo Vandana Shiva quien,
oponiéndose al intento de las multinacionales de patentar los
compuestos activos de esta planta, se jacta de que: “la India
siempre ha compartido con la comunidad mundial el árbol del neem y
el conocimiento adquirido durante generaciones sobre sus
innumerables posibilidades de uso”. En occidente, el uso médico
del neem ha sido recomendado por los más prestigiosos divulgadores
de las medicinas naturales o alternativas, como el Dr. Deepak Chopra
o el Dr. Andrew Weil.
Y es que, en el terreno de la salud, pocas cosas
hay para las que el neem, sus extractos y sus aceites, no sean un
buen remedio. En uso externo, para la piel, el cuero cabelludo y las
articulaciones. En uso interno, para la boca y el estómago, los
pulmones, los riñones, el corazón... Es asombroso cómo un solo
árbol puede ofrecernos tantos remedios. Todo en el neem es
aprovechable: las hojas, las ramas, las semillas, la corteza... Cada
una de las partes de este árbol contiene potentes sustancias muy
activas contra múltiples patógenos.
El neem tiene, entre otros, efectos bactericidas,
antiinflamatorios, antivirales, antipiréticos, insecticidas y
fungicidas. En la cultura y la medicina ayurvédica el neem se conoce
y viene siendo utilizado desde hace más de 5.000 años. Un viejo
refrán popular del sánscrito dice: “Ivasthyamdadati de nimbati”,
lo que traducido significa
“el neem proporciona buena salud”.
Pero el neem no sólo es útil para la salud
humana. La madera es muy apreciada en la fabricación de muebles (no
olvidemos que el neem está emparentado con la caoba). También
sirve como alimento para hombres y animales, se utiliza en medicina
veterinaria, en la elaboración de cosméticos y sobre todo en la
moderna industria de los fitosanitarios ecológicos.
A partir del neem se elaboran insecticidas,
fungicidas y fertilizantes de extraordinario valor para la
agricultura y la jardinería integral o biológica. Actualmente
existen en el mundo 18 millones de árboles del neem. La mayoría se
encuentran ubicados en el subcontinente indio de donde son
originarios, pero también son numerosos en Oriente Medio y en Asia
suroriental, África subsahariana, Australia, Centroamérica y
Sudamérica (sobre todo en el área del Caribe) y en algunas islas del
índico, el Pacífico y el Atlántico como Mauricio, Fiji o Haití
respectivamente. Así pues, el árbol del neem se cultiva hoy en día
por todo el planeta, a lo largo de la franja comprendida entre el
Trópico de Cáncer y el Trópico de Capricornio.
El neem es además un árbol muy apreciado por los
ambientalistas y ecologistas. Purifica el aire, ayuda a combatir la
contaminación ambiental y enriquece los suelos, ayudando a restaurar
áreas degradadas por la erosión o por el abuso de pesticidas
químicos. Quienes habitan en climas cálidos conocen muy bien su
capacidad para dar sombra y refrescar la atmósfera. Se dice que
durante los meses de verano, la temperatura debajo de un árbol del
neem puede llegar a ser hasta 10º centígrados inferior a la
temperatura circundante.
En la India, muchas familias cuelgan ramitas del
neem en la puerta de sus hogares como escudo protector contra la
contaminación ambiental. También es habitual plantar el neem en el
jardín familiar para mantener el aire de la vivienda limpio de
impurezas y, de paso, ahuyentar a los insectos.
En los años 80, un filántropo saudí seguidor de
Mohammed Nabi plantó alrededor de 50.000 árboles del neem en los
llanos de Arafat, un desértico paraje cerca de la Meca, para
proporcionar sombra y frescor a los peregrinos musulmanes. Este
lugar santo es ahora un espacio confortable en el que acampan cada
año dos millones de peregrinos.
Estas plantaciones han tenido un marcado impacto
positivo en el microclima del área, la microflora y la microfauna,
mejorando sensiblemente la fertilidad y las características de los
suelos arenosos.
El neem es agradable a la vista, embellece el
paisaje, proporciona paz y serenidad a las personas y sirve de
refugio a muchos organismos beneficiosos, a pájaros, insectos,
pequeños mamíferos, etc. Las abejas construyen en ellos sus panales,
que de esta forma quedan protegidos contra las infecciones, y
producen en ellos miel de excelente calidad.
La carne dulce de los frutos del neem sirve de alimento a aves e
insectos, mientras que ciertos roedores se alimentan con su corteza
y sus ramas. Las hojas secas del neem, al caer, forman un manto
sobre la tierra que mejora la fertilidad de los suelos y su
contenido orgánico. El árbol tiene la apariencia de un
microcosmos vivo.
El neem crece tan rápidamente que en 6 años puede
alcanzar 10 metros de altura y desarrollar un volumen, ramas
incluidas, de 12 metros de diámetro. Sin embargo, goza de una larga
vida; puede sobrevivir hasta 200 ó 300 años. Por su robustez y sus
especiales características, es una especie muy valiosa para la
selvicultura de las zonas cálidas, ideal para programas de
repoblación forestal, para rehabilitar suelos semiáridos y restaurar
áreas degradadas, amenazadas por la desertificación.
En el verano de 1987, el Estado Indio de Tamil
Nadú padeció una severa sequía que terminó por arruinar gran parte
de la vegetación existente. Sin embargo, los árboles del neem no
sólo sobrevivieron, sino que además, para asombro de los moradores,
crecieron de forma ostentosa. También a finales de los años 80, en
Níger, los árboles del neem fueron plantados en hileras dobles a lo
largo de 500 kilómetros sobre el valle de Majjia para proteger las
cosechas de mijo. Como consecuencia, la producción de grano se
incrementó en cerca de un 20 por ciento. En el litoral de Kenia y en
Tanzania se han llevado a cabo reforestaciones similares con el
árbol del neem para fortalecer los suelos áridos y mejorar las
cosechas, obteniéndose exitosos resultados.
En zonas de bajas precipitaciones, la repoblación
con árboles del neem ofrece ventajas indiscutibles. En Somalia y
Mauritania el neem se ha utilizado con éxito para detener la
extensión del desierto del Sáhara. En éste último país, hace
algunos años, una plaga de langosta arruinó por completo la masa
forestal de una extensa región. Por sus propiedades insecticidas,
los árboles del neem fueron los únicos supervivientes de la
catástrofe ecológica. El neem no sólo es útil en selvicultura. Desde
hace centenares de años los hindúes plantan este árbol en las
ciudades, a lo largo de bulevares y avenidas, en plazas y mercados,
tanto por sus cualidades ornamentales como por los beneficios que
proporciona: sombra permanente, frescor y cobijo.
Ya en el siglo III antes de Cristo, el emperador
Ashoka ordenó que el neem fuera plantado a lo largo de las
carreteras y los caminos reales de la India antigua. En la
actualidad, sus posibilidades como materia prima para la elaboración
de biopesticidas suscitan un creciente interés. Entre 1994 y 1997 se
desarrolló en Europa el proyecto “Aztec” (Azadiraschtin Technology)
subvencionado por la Dirección General XIII de la Comisión Europea
para explorar su potencial aprovechamiento como biopesticida.
Proyecto en el que colaboraron industrias, universidades y centros
de investigación de diversos países europeos.
Los investigadores llegaron a la conclusión de
que la azadiractina es un biopesticida natural presente en el
árbol del neem que ha demostrado constituir una alternativa válida
frente a la utilización de pesticidas sintéticos más agresivos para
el medioambiente. La azadiractina es una molécula compleja
que ha resultado imposible de reproducir por síntesis química.
Este compuesto activo ha demostrado ser inofensivo para los
vertebrados en general y los mamíferos -incluido el hombre- en
particular, pero resulta ser efectivo contra cerca de doscientas
especies de insectos nocivos para las plantas al tiempo que respeta
la fauna auxiliar (mariquitas, abejas, etc.). También es eficaz
contra los hongos.
Por otra parte, el árbol del neem puede ser
aprovechado para la producción de biomasa. Dependiendo de las
características del terreno, el espacio, la pluviosidad y otros
factores, los árboles crecidos del neem pueden producir decenas
de toneladas de biomasa, de las que cerca del 50% se obtiene de
las hojas y el 50% restante del tronco y los frutos.
Fuente:
Esteban Cabal. "Neem, el árbol del siglo XXI". Revista Natural,
Salud y Ecología.
|
Comprar Neem Online
Más información:
Neem y acné
Neem - anticonceptivo
Neem y colesterol
Neem y diabetes
Neem y herpes
Neem e hipertensión
Neem y malaria
Neem y mascotas
Neem y psoriasis
|